Clasificación Mundial 2023 de Reporteros Sin Fronteras alerta sobre los efectos de la desinformación y las amenazas de la industria del engaño a la libertad de prensa en el mundo

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El 3 de mayo, coincidiendo con el Día Mundial de la Libertad de Prensa, se dio
a conocer la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2023 de Reporteros Sin Fronteras, que analiza
cómo se desarrolla el periodismo en 180 países y territorios. Según este
informe, sólo en 52 países la situación es “buena” o “bastante buena”,
mientras que en 55 es “problemática”, en 42 es “difícil” y en 31 es “muy
grave”. Esto significa que el ejercicio del periodismo se enfrenta a
obstáculos en 7 de cada 10 países y sólo se realiza con normalidad en 3 de
cada 10.

Noruega sigue liderando la clasificación por séptimo año consecutivo. Irlanda
(2º; +4) se convierte en el primer país no nórdico que ocupa el segundo
puesto, superando a Dinamarca (3º; -1). Países Bajos (6º), que asciende 22
puestos, recupera la posición que tenía en 2021, antes del asesinato del
periodista Peter R. de Vries.

En el extremo opuesto de la clasificación, hay cambios. Los tres últimos
puestos los ocupan países asiáticos: Vietnam (178º), que ha intensificado su
persecución a los reporteros y periodistas independientes; China (179º; -4),
la mayor prisión de periodistas del mundo y uno de los principales
exportadores de contenidos propagandísticos; y Corea del Norte (180º), como
era previsible.

“La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa muestra una gran
volatilidad, con subidas y bajadas importantes y con cambios inéditos, como
por ejemplo la subida de 18 puestos de Brasil y la bajada de 31, de Senegal.
Esta inestabilidad es producto de un recrudecimiento de la agresividad del
poder en muchos países y de la creciente animadversión hacia los periodistas
en las redes sociales y en el mundo no virtual. La volatilidad también
obedece al auge de la industria del engaño, que da forma y distribuye la
desinformación, al tiempo que proporciona herramientas para fabricarla.

Christophe Deloire,
Secretario general de RSF.

 La edición de 2023 pone de relieve los graves efectos sobre la libertad
de prensa de “la industria del engaño” en el ecosistema digital. En 118
países, es decir, en dos tercios de los evaluados en la Clasificación, la
mayoría de los expertos que han respondido al cuestionario señalan la
participación de actores políticos de sus países en campañas de desinformación
masiva o de propaganda, de forma regular o sistemática. La distinción entre lo
verdadero y lo falso, lo real y lo artificial, los hechos y los artefactos se
desvanece, poniendo en riesgo el derecho a la información. Capacidades de
manipulación sin precedentes son empleadas para debilitar a quienes
representan el periodismo de calidad, al mismo tiempo que debilitan el propio
periodismo.

El asombroso desarrollo de la inteligencia artificial (IA) generativa está
alterando el ya de por sí frágil universo mediático, que ya había sido
ampliamente debilitado por la Web 2.0. Por su parte, el dueño de Twitter, Elon
Musk, está llevando al límite una lógica arbitraria y censitaria, demostrando
que las plataformas digitales son auténticas arenas movedizas para el
periodismo.

La industria de la desinformación difunde producciones manipuladoras a gran
escala, como ha mostrado una investigación del consorcio Forbidden Stories, un
proyecto incubado en el seno de RSF. Para rematar, la inteligencia artificial
digiere contenidos y luego regurgita simplificaciones que carecen de rigor y
de fiabilidad, según Reporteros Sin Fronteras.

La quinta versión de Midjourney, un programa de IA que genera imágenes de muy
alta definición, provee a las redes sociales de falsificaciones cada vez más
verosímiles e indetectables, como evidencian las fotografías sorprendentemente
realistas de una violenta detención de Donald Trump, o de Julian Assange en
estado vegetativo y con una camisa de fuerza, que se hicieron virales.

El terreno está, así, abonado para la expansión de la propaganda
de Rusia (164º), que desciende otros nueve puestos en la
Clasificación de 2023. Mientras Moscú ha creado en tiempo récord un
nuevo arsenal mediático para propagar el discurso del Kremlin en los
territorios ocupados del sur de Ucrania, un bloque de silencio se ha abatido
sobre los últimos medios rusos independientes, que han sido prohibidos,
bloqueados y/o declarados “agentes extranjeros”. Los crímenes de
guerra de Rusia en Ucrania (79º) explican una de las peores
puntuaciones en el indicador de seguridad de la Clasificación.

Estados Unidos (45º) pierde tres puestos. Los expertos del país que
respondieron al cuestionario de la Clasificación se muestran pesimistas sobre
la situación de los periodistas (marco jurídico local, violencia extendida), a
pesar de la buena voluntad de la Administración Biden. El asesinato de dos
periodistas (Jeff German, del Las Vegas Review Journal, en 2022,
y Dylan Lyons, de la cadena Spectrum News 13, en 2023) ha tenido un
claro impacto negativo en la posición del país. Brasil (92º) escala
18 puestos debido a la marcha de Jair Bolsonaro, cuyo mandato estuvo marcado
por una fuerte hostilidad contra los periodistas, y al regreso al poder
de Lula da Silva, que ha prometido mejorar la situación. En Asia, otras
alternancias y cambios políticos también han aliviado la presión sobre la
prensa y explican algunos importantes progresos, como los registrados
en Australia (27º; +12) y Malasia (73º; +40).

La situación ha pasado de “problemática” a “muy grave” en tres nuevos
países: Tayikistán (153º; -1), India (161º; -11)
y Turquía (165º; -16). En India, la cooptación de la prensa por
oligarcas próximos al primer ministro Narendra Modi pone en peligro
el pluralismo, mientras que el régimen turco de Erdogan ha
intensificado la persecución a los periodistas, en vísperas de las elecciones
del 14 de mayo de 2023. En Irán (177º), la intensa
represión del movimiento social desencadenado por la muerte de la joven
Mahsa Amini ha desplomado los resultados del país en los indicadores de
“contexto social” y “marco jurídico” de la Clasificación.

Los mayores descensos de la edición 2023 se concentran especialmente en
África. Senegal (104º), un modelo regional hasta hace poco, pierde
31 puestos, principalmente por el procesamiento de los periodistas
Pape Alé Niang y Pape Ndiaye, así como por el fuerte deterioro de las
condiciones de seguridad para los periodistas. En el
Magreb, Túnez (121º) -presidido por Kaïs Saïed, cada vez más
autoritario e intolerante con las críticas a la prensa- retrocede 27
puestos. En América Latina, Perú (110º), donde los periodistas pagan
un alto precio por la persistente inestabilidad política y son reprimidos,
atacados y desacreditados por su proximidad a las élites políticas, cede 33
puestos. El desplome de Haití (99º; -29) se debe esencialmente al
continuo deterioro de la seguridad.

Europa es la región del mundo donde las condiciones para ejercer el
periodismo son más favorables, especialmente en el seno de la Unión Europea.
No obstante, la situación en el continente es desigual. Alemania(21º),
que registra un número récord de incidentes violentos y detenciones de
periodistas en su territorio, cae cinco puestos. Polonia (57º),
donde el año 2022 fue relativamente tranquilo en materia de libertad de
prensa, sube nueve puestos, mientras que Francia (24º) avanza
dos. Grecia (107º), donde los periodistas han sido vigilados por los
servicios secretos mediante potentes programas de software de espionaje, se
mantiene en el último puesto de la UE. La puntuación del conjunto de la región
se ve muy afectada por los malos resultados de Asia Central. Varios
países de la zona -Kirguistán (122º; -50), Kazajistán (134º;
-12) y Uzbekistán (137º; -4) caen por el creciente número de ataques
a los medios. Por último, Turkmenistán (176º), donde la censura y la
vigilancia se han reforzado aún más tras la elección del hijo del presidente
saliente, Serdar Berdimukhamedov, en marzo de 2022, se mantiene en el furgón
de cola, entre los cinco peores países del mundo en materia de libertad de
prensa.

América ya no tiene ningún país en verde en el mapa de la libertad de
prensa. Costa Rica (23º; -15), que se mantenía como el último
bastión de la región con una situación “buena”, ha cambiado de categoría tras
caer 5 puntos, debido a un retroceso muy marcado de su puntuación política
(-15,68 puntos) y se sitúa por detrás de Canadá (15º;
+4).  México (128º), que cede otro puesto este año, registra el
mayor número de periodistas desaparecidos del mundo (28 en 20
años). Cuba (172º), donde la censura se intensifica y la prensa
sigue siendo monopolio del Estado, se mantiene, como en 2022, a la cola de la
región.

Aunque África ha registrado algunas subidas significativas,
como Botswana (65º), que ha ascendido 30 puestos, el ejercicio del
periodismo se ha vuelto en general más complejo en el continente, donde la
situación se describe como “difícil” en cerca del 40% de los países (frente al
33%, en 2022). Es el caso, en particular, de Burkina Faso (58º),
donde se han suspendido cadenas internacionales y se ha expulsado a
periodistas, y, de forma más general, de la región del Sahel, que se está
convirtiendo en una “zona sin información”. El continente también se ha visto
azotado por varios asesinatos de periodistas, entre ellos el de Martinez
Zongo, en Camerún (138º).  En Eritrea (174º), la
prensa sigue sometida a la arbitrariedad absoluta del presidente Issaias
Afeworki.

La región Asia-Pacífico concentra algunos de los peores regímenes
del mundo para los periodistas. Birmania (173º), la segunda mayor
cárcel de periodistas del mundo desde el golpe de Estado de la junta militar,
y Afganistán (152º), donde las condiciones de trabajo de los
periodistas siguen deteriorándose y las mujeres reporteras han sido
literalmente borradas de la vida pública, se mantienen en los últimos puestos
de la Clasificación.

Última en el ránking regional, la zona Magreb-Oriente Medio sigue
siendo la más peligrosa para los periodistas: en más de la mitad de los países
de la región, la situación se considera “muy grave”. La bajísima puntuación de
algunos países, como Siria (175º), Yemen (168º)
e Irak (167º), se debe principalmente al gran número de periodistas
desaparecidos o secuestrados. A pesar de la subida
de Palestina (156º), que avanza 14 puestos, el indicador de
seguridad del país sigue siendo muy bajo, tras la muerte de dos periodistas
más en 2022. Arabia Saudí (170º) se perpetúa en el furgón de cola de
la clasificación. En cuanto al Magreb, Argelia (136º), que persiste
en su deriva autoritaria con la persecución del propietario de medios Ihsane
El Kadi, baja dos puestos y se mantiene en la categoría de países donde la
situación de la prensa se considera “difícil”.

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