Antiguos fiscales y jueces guatemaltecos que emigraron y solicitaron asilo político en Estados Unidos ahora están bajo sospecha de haber incurrido en hechos de corrupción mientras ejercían sus funciones

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Un grupo de ex fiscales y ex jueces guatemaltecos que solicitaron asilo
político en Estados Unidos alegando persecusión por su trayectoria de combate a
la corrupción en Guatemala, están en el centro de una extensa investigación
sobre manejo de bienes y fondos en cuentas privadas multimillonarias
presuntamente procedente de la corrupción, de acuerdo a testimonios y documentos
de la Fiscalía General revisados por Primer Informe.

Los ex funcionarios, que ejercieron cargos claves en el sistema judicial de
Guatemala hasta el año pasado, incluyendo la posición de Fiscal General y la
poderosa Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI), acumularon cantidades
de dinero en cuentas personales y secretas, que no hubieran podido con el
salario que ganaron mientras ejercieron sus cargos, reveló Casto Ocando en
Primer Informe, según Reporte de la Economía.

La fiscalía está poniendo énfasis en varias de las cuentas que tienen balances
de millones de dólares, controladas por corporaciones creadas en paraísos
fiscales para evitar declararlas en Guatemala, de acuerdo a investigadores de
la fiscalía guatemalteca.

De izquierda a derecha: los fiscales Andrei González, Iván Velásquez
(ex comisionado de CICIG), Thelma Aldana y Juan Francisco Sandoval,
cuando controlaban estrechamente la justicia en Guatemala

Entre los investigados destacan cuatro ex fiscales y una ex jueza, todos
exiliados en Washington DC y bajo aparente protección de la Administración
Biden y en particular del Departamento de Estado. Estos son, Juan Francisco
Sandoval, Thelma Aldana, Erika Aifan, Andrei González y Rudy Herrera,
indicaron las fuentes.

La investigación incluye numerosos casos de presuntos malos manejos en la
administración de justicia en Guatemala por parte de estos ex funcionarios,
muchos de ellos ya conocidos públicamente. Pero abarca información desconocida
hasta ahora sobre las cuentas bancarias de este grupo dentro y fuera del país
centroamericano, que actualmente se encuentran bajo indagación oficial.

De acuerdo a fuentes familiarizadas con la investigación, entre los casos en
desarrollo se encuentran la adquisición de propiedades de lujo, actuaciones
cuestionables en Brasil relacionadas con presuntos intentos para encubrir la
corrupción de Odebrecht en Guatemala, y la existencia de una presunta red de
lavado de dinero procedente de la corrupción, con vínculos en entidades
bancarias de Guatemala, Islas Caimán, Suiza y Estados Unidos.

El embajador Todd Robinson, que sirvió en Guatemala entre 2014 y
2017, fue el más poderoso protector de la fiscal Thelma Aldana
mientras estuvo en funciones, y ahora que se encuentra asilada en
Washington DC.

Este grupo de funcionarios recibieron el apoyo irrestricto de altos
funcionarios norteamericanos como Juan González, asesor de Seguridad Nacional
de la Casa Blanca para América Latina, y el embajador Todd Robinson, jefe de
la Oficina Antidrogas del Departamento de Estado, y el congresista demócrata
por New Jersey, Albio Sires, bajo la presunción que se trataba de adalides de
la lucha contra la corrupción en Guatemala.

Pero las investigaciones en Ciudad de Guatemala revelan un cariz totalmente
distinto.

Juan Francisco Sandoval, ex jefe de FECI y figura clave que servía de enlace
entre la Fiscalía General y la ya desaparecida Comisión Internacional contra
la Impunidad en Guatemala (CICIG), fue despedido de su cargo el 23 de julio de
2021, y acusado pocas semanas después de “obstrucción a la justicia” e “incumplimiento del deber”.

Sandoval, quien había sido calificado por el Departamento de Estado como un
campeón anticorrupción”, abandonó el país rumbo a Estados Unidos antes de que un tribunal
guatemalteco ejecutara una orden de captura en su contra, acusado de decenas
de irregularidades y manejos corruptos.

El acto de remover a Juan Francisco Sandoval de
#FECI
es un golpe letal a la lucha contra la corrupción en
#Guatemala. Si no se retira la decisión, los Estados Unidos debe designar a AG Porras
bajo nuestra ley por haber interferido con las investigaciones de
corrupción.

— Albio Sires (@RepSires)
July 23, 2021

“El acto de remover a Juan Francisco Sandoval de #FECI es un golpe letal a la
lucha contra la corrupción en #Guatemala”, reaccionó el congresista Sires
en un tuit posteado a las seis de la tarde del mismo día del despido de Sandoval. El
mensaje fue retuiteado tres horas más tarde por Todd Robinson, que fue embajador en Guatemala
entre septiembre de 2014 y septiembre de 2017.

Sin embargo, a lo largo de su gestión, Sandoval no sólo acumuló docenas de
denuncias en su contra, sino que contó con el apoyo del embajador Robinson, lo
cual convirtió al poderoso fiscal en una figura intocable desde el punto de
vista judicial.

De acuerdo a la Fiscalía, el apoyo crucial de Washington a Sandoval impidió
una indagación a fondo sobre la naturaleza de las acusaciones en su contra,
incluyendo la existencia de cuentas privadas en Guatemala con cientos de miles
de dólares, que exceden los salarios que recibió mientras ejerció como jefe
máximo de FECI.

Los fiscales Juan Francisco Sandoval y Thelma Aldana (en el centro), acompañados del embajador Robinson, personal de la embajada norteamericana en Guatemala y visitantes, durante el día de las elecciones de 2016. A sabiendas o no, los fiscales Sandoval y Aldana llevaban el pin que los identificaba con el partido Demócrata

La ex Fiscal General de Guatemala entre 2014 y 2018, Thelma Aldana, quien
llegó a Estados Unidos a principios de 2019 luego de que su sucesora en el
cargo, María Consuelo Porras, la acusó de varios delitos y emitió varias
órdenes de captura en su contra, también había sido elogiada como una gran
luchadora anticorrupción, y llamativamente recibió el Premio Al Sustento Bien
Ganado (Right Livelihood Award),
considerado desde 1980 como el “Nobel Alternativo”.

Pero los cuestionamientos contra la ex Fiscal General de Guatemala se
incrementaron luego que abandonó el cargo, y los fiscales de asuntos internos
comenzaron a profundizar en los casos donde ella aparentemente había excedido
su autoridad. La investigación tomó un rumbo distinto cuando comenzaron a
recolectar información sobre sus finanzas personales, que según las últimas
estimaciones acumulan millones de dólares, “una fortuna inexplicable”, según
el fiscal del caso.

Hasta ahora, ni Robinson ni cualquier otro alto funcionario en Washington que
ha prestado un apoyo irrestricto a los ex fiscales han prestado atención a las
denuncias. La respuesta en común ha sido esta: se trata de una venganza por su
trabajo de lucha contra la corrupción.

Sin embargo, el número de denuncias son tantas que resulta imposible
ignorarlas, argumenta la Fiscalía: Thelma Aldana tiene 33 denuncias
actualmente bajo investigación. La ex jueza Erika Aifán tiene 20 denuncias.
Juan Francisco Sandoval, enfrenta 58 denuncias. Andrei González, 9 y Rudy
Herrera, 9 denuncias de investigación.

Sandoval y Aldana no son los únicos objetivos de la indagación oficial. Están
implicados otros ex funcionarios que colaboraron con ambos, y también se
encuentran exilados en Estados Unidos. Tal es el caso de la ex jueza Erika
Aifan y los ex fiscales Andrei González Arteaga y Rudy Manolo Herrera, que
trabajaron bajo la égida de Sandoval y Aldana, y también tienen sus propios
récords de numerosas denuncias y acusaciones en su contra.

Erika Aifán, ex jueza plenipotenciaria del Tribunal D de Mayor Riesgo, actualmente exilada en Washington, proyectó una imagen internacional de adalid anticorrupción, pero acumuló numerosas acusaciones en su contra.

Aifán, que renunció a su cargo en marzo de 2022 por temor a ser arrestada
debido a numerosas denuncias en su contra, es considerada por el Departamento
de Estado como una “aliada” en la lucha contra la corrupción, y fue galardonada en marzo de 2021 con el “International Women of Courage Award”, al lado de otras 13 mujeres de todo el mundo, consideradas por Washington
como mujeres con desempeños extraordinarios.

“Pese a la fuerte oposición que ha enfrentado durante ejercicio, la jueza
Aifán se ha convertido en un ícono en Guatemala en la lucha contra la
corrupción, en los esfuerzos para incrementar la transparencia y en las
acciones para mejorar la independencia del sector justicia”, indicó el
comunicado del Departamento de Estado cuando le fue otorgada la distinción.

Sin embargo muchas de las decisiones de Aifán mientras tuvo a su cargo el
Juzgado D de Mayor Riesgo, que durante años monopolizó los juicios de gran
impacto politico en Guatemala, están ahora bajo la lupa de las autoridades, al
igual que sus cuentas personales.

Para expresar hasta qué punto la Administración Biden estaba comprometidos en
la lucha de los “campeones” anticorrupción de Guatemala, el secretario de
Estado Anthony Blinken sancionó dos veces -en septiembre de 2021 y mayo de 2022-, por “socavar la democracia” y “obstruir investigaciones de actos de
corrupción”, a la fiscal general María Consuelo Porras, la sucesora en el
Ministerio Público que cambió en poco tiempo la estructura del poder judicial
que hasta el momento de su llegada había sido dominada por Thelma Aldana y
Juan Francisco Sandoval.

Pero este apoyo ha impedido analizar a fondo del papel de estos y otros
funcionarios, sobre todo desde la llegada de la CICIG en 2005 a Guatemala, lo
que ha contribuido a la situación actual del sistema judicial guatemalteco.

Otra cara de la moneda

Los cinco funcionarios exilados -Sandoval, Aldana, Aifán, González y Herrera-
fueron protagonistas de una elocuente historia publicada en abril pasado por la revista The New Yorker, que los elogió como “un grupo de fiscales y jueces que investigaron a los
más poderosos del país”, y que por tal motivo fueron “forzados a escapar a
Washington DC”.

La historia, promovida por el embajador Robinson en su cuenta de twitter con el
hashtag #Crimefighters (luchadores contra el crimen),
describió la vicisitudes de los funcionarios guatemaltecos durante el tiempo
que les tocó impartir justicia en Guatemala. Relató también sus vidas como
exilados en la capital estadounidense, y generó reacciones laudatorias tanto
en Estados Unidos como en Centroamérica.

Pero la historia, que no mencionó las acusaciones de presuntos malos manejos
judiciales contra los ex funcionarios, generó otras reacciones menos
apologéticas.

Casi inmediatamente después de ser publicada, una respuesta fue emitida por la
Fiscalía General de Guatemala, a cargo de la actual Fiscal María Consuelo
Porras.

Mencionando el nombre de cada uno de los ex funcionarios incluidos en la
historia de la revista neoyorquina, el Ministerio Público emitió un duro
comunicado que no ahorró tecnicismos en la abundante lista de agravios en
contra los exilados “anticorrupción”.

“El Ministerio Público”, indicó el comunicado, “reitera que, en cumplimiento
de las funciones constitucionales y legales que regulan su actuar, ha recibido
múltiples denuncias en contra de dichas personas en donde distintos
denunciantes los señalan de graves delitos”.

El escrito pasó a enumerar la larga lista de delitos, buena parte de ellos de
grave naturaleza, por los que el grupo de los 5 estaban siendo acusados:

“Abuso de autoridad, incumplimiento de deberes, peculado, tráfico de
influencias, revelación de información confidencial o reservada, asociación
ilícita, falsedad material, encubrimiento propio, lavado de dinero u otros
activos, violación a la Constitución, cohecho pasivo, abandono de cargo,
prevaricato, detenciones ilegales, omisión de denuncia, obstaculización a la
acción penal, obstrucción de justicia, usurpación de funciones, fraude y
testaferrato”.

El comunicado de Porras se hacía eco de numerosas denuncias contra los
fiscales en el exilio. Muchas de estas denuncias habían sido presentadas a la
Fiscalía General incluso cuando estos funcionarios aún permanecían en sus
cargos.

“En realidad habían enviado a la cárcel a muchas personas inocentes para
fortalecer su poder y obtener beneficio económico”, dijo el activista de
origen ruso Igor Bitkov, uno de los principales denunciantes del presunto mal
proceder de los ex funcionarios, que ha documentado la odisea que sufrió junto
a su familia como consecuencia de las decisiones judiciales sin precedentes en su contra que él atribuye a los fiscales Aldana, Sandoval, González
y Herrera, y a la ex jueza Aifán.

La ex fiscal Thelma Aldana, tiene su propio expediente de investigación, tan
largo como su trayectoria en el sistema judicial de Guatemala, que inició en
1981.

El primer tropezón serio en su carrera en el sistema judicial ocurrió cuando
en octubre de 2009 Aldana encabezó una lista de 20 posibles candidatos a
Magistrada de la Corte Suprema de Justicia que la CICIG, entonces presidida
por Carlos Castresana, consideraba como “inidóneos”.

En una misiva enviada al entonces presidente guatemalteco Alvaro Colom,
Castresana dijo que la Comisión había recibido “información que los califica
manifiestamente como inidóneos para ser electos” a este grupo de 20
candidatos, incluyendo a Aldana.

En la carta Castresana agregó que anexaba “carpetas con información relativa a
malas actuaciones” de los candidatos, acotando que tal información “corrobora
la falta de idoneidad”.

Aldana ocupaba el segundo lugar de la lista de 20 candidatos vetados por
CICIG, que había investigado y producido un expediente de cada aspirante, con
los detalles de presuntos actos de corrupción en los que aparecían vinculados,
y sus lazos con presuntos grupos criminales.

El detalle de lo que contenían esos expedientes permanecen bajo reserva. Pero
según fuentes familiarizadas con la información, se trataba de casos en los
que los candidatos habían aceptado modificar decisiones a cambio de favores.

La suerte de Aldana mejoró en 2014, cuando el entonces presidente Otto Pérez
Molina, a instancias de su vicepresidenta Roxana Baldetti, designó a Aldana
como Fiscal General, por encima de una lista de cuatro candidatos, a pesar de
haber sido cuestionada por la CICIG. Según algunos observadores de la política
guatemalteca, se trataba de una aparente jugada diseñada por Baldetti para
protegerse de potenciales futuras acusaciones por parte de la Fiscalía, cuando
la administración Pérez-Baldetti saliera del poder en enero de 2016.

Según una investigación posterior ordenada por el presidente Jimmy Morales,
Aldana y Baldetti compartían muchos amigos comunes, lo cual abrió las puertas
para obtener los votos necesarios para su designación.

Pero el acuerdo no resultó como se esperaba, particularmente para el dueto
Pérez-Baldetti, y otras personas que influyeron en el nombramiento de Aldana
con la esperanza de que serían protegidos. Poco tiempo después de ser nombrada
en el cargo, Aldana inició una ofensiva que terminó en la acusación y
posterior encarcelamiento de Pérez Molina y Baldetti, por participar en redes
de corrupción.

Otro factor había entrado en juego: la llegada a Guatemala del embajador
norteamericano Todd Robinson.

A partir de 2014, Aldana desplegaría una frenética actividad orientada a
perseguir notables casos de corrupción, que afectaban las funciones de
gobierno, y la operatividad del sistema judicial.

La intervención del embajador Robinson fue decisiva, a juzgar por el
testimonio de la ex magistrada de la Corte Suprema de Justicia Blanca Stalling
Dávila, de acuerdo al testimonio que ella presentó ante el Congreso Nacional
en octubre de 2019, en el marco de la llamada Comisión de la Verdad, sobre la
actuación de la CICIG en Guatemala.

Esta comisión, que sirvió como escenario para ventilar innumerables denuncias
contra la CICIG y funcionarios judiciales que actuaron en su apoyo, estableció en un reporte de casi 400 páginas, que el organismo de la ONU no sólo “se arrogó atribuciones de la Policía
Nacional Civil y el Ministerio Público”, sino que “realizó persecución
política y selectiva a sectores específicos”.

Stalling testificó que en una ocasión acudió a una reunión secreta por
invitación de la fiscal Aldana -con quien tenía “una muy buena relación”-, en
la que estuvieron presentes el embajador Robinson, “otra persona de la DEA” y
una persona que identificó con el apellido Rivas Lara, presumiblemente Francisco Rivas Lara, ex fiscal y ex secretario del Ministerio Público que en 2016 fue Ministro
de Gobernación en la administración de Jimmy Morales.

En esta declaración ante la Comisión de la Verdad (en la página 182 del Reporte) que documentó el impacto de CICIG en Guatemala, la ex magistrada Blanca Stalling revela lo que fue su primer encuentro con la entonces fiscal Thelma Aldana y el embajador Robinson, en la que le solicitaron su ayuda «para dirigir las resoluciones de algunos jueces».

La ex magistrada testificó que Aldana y Robinson le solicitaron trabajar
“conjuntamente” desde su posición de entonces como magistrada de la Cámara
Penal del Tribunal Supremo de Justicia, “para agilizar algunos procesos y para
tratar de orientar o de dirigir las resoluciones de algunos jueces, a efecto
de que se resolvieran situaciones que a ellos les interesaban”.

Stalling dijo que se negó a tal propuesta por considerarla abiertamente
ilegal. En febrero de 2017, fue detenida bajo acusaciones de tráfico de influencias por orden de la CICIG.

“Estoy involucrada en este proceso porque me negué a tomar actitudes
contrarias a la ley por Thelma Aldana, el embajador Todd Robinson y Francisco
Rivas, a efecto de que manipulara procedimientos cuando presidía la Cámara
Penal y no lo hice. Eso me hace correr riesgos en este momento, pero tengo
documentos”, declaró Stalling en una entrevista posterior.

De acuerdo a testimonios y documentos de la Fiscalía General revisados para
este reporte, desde 2014, cuando fue nombrada Fiscal, Aldana desarrolló una
actividad controversial y presuntamente ilegal. Persiguió mafias criminales
previamente establecidas y ayudó a encarcelar a muchos criminales, pero al
mismo tiempo desarrolló sus propias actividades irregulares, de acuerdo a los
investigadores de la Fiscalía General.

Según reveló a Primer Informe uno de los fiscales al tanto de las indagaciones -que pidió no revelar
su identidad por temor a represalias-, existen una serie de casos que se
encuentran sellados o “bajo reserva”, por la naturaleza de las irregularidades
que no han sido previamente reportadas, pero hay por lo menos cuatro que se
enfocan en temas de abuso de autoridad, fraude y lavado de dinero, entre otros
delitos.

El primero de estos casos, que causó la primera medida de
detención en contra de Aldana, es el caso de la llamada “plaza fantasma”, la contratación irregular del académico Gustavo Bonilla, ex decano de la
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad  San Carlos (USC) que
fue incluido en la nómina de la Fiscalía con la aprobación de la ex fiscal,
sin que llegara a trabajar.

Según estimaciones del MP, Bonilla recibió salarios por un año, entre enero y
diciembre de 2015, por un monto de 236,000 quetzales (unos US$30.000).

Tras una investigación de la Fiscalía de Delitos Administrativos, el 19 de
marzo de 2019 un tribunal de Guatemala a cargo del juez Víctor Cruz emitió una orden de captura por este delito contra Aldana, que había firmado la contratación de
Bonilla para ejercer funciones “fantasmas” en la Unidad de Capacitación del
Ministerio Público que nunca ejerció.

La acusación fue atribuida por Aldana a una persecusión política y como una
acción para afectar las aspiraciones presidenciales de la ex Fiscal General,
que en 2018 se presentó como abanderada del movimiento Semilla, para las
elecciones de 2019, pero fue descalificada como candidata por la Corte Constitucional.

El segundo caso se refiere a la adquisición de un
edificio para la Fiscalía General con aprobación de Aldana, por medios
presuntamente ilegales caracterizados en la acusación como “abuso de
autoridad” y “fraude”.

Este edificio fue adquirido por orden de Thelma Aldana mediante un procedimiento altamente irregular, a un precio por encima de su valor real.

De acuerdo a la acusación, Aldana autorizó en 2017 la compra del edificio de
cinco pisos ubicado en el bulevar La Asunción, a unos 20 minutos de la sede
central de la Fiscalía General, en la zona 5, a un costo de 35 millones de
quetzales (unos US$4.5 millones).

Al menos media docena de irregularidades fueron cometidas en esta transacción,
de acuerdo al fiscal de Asuntos Internos Marlon Pacheco.

La adquisición del inmueble no estaba presupuestada en el Plan Operativo Anual
de Compras del Ministerio Público (MP), como lo establece la ley. Cuando la
jefe del Departamento Jurídico objetó la compra y se negó a autorizarla,
explicó Pacheco, simplemente fue despedida.

La negociación fue conducida entre la jefa de Administración del MP, que no
tenía potestad legal para ello, e intermediarios de la entidad Invermo Corp.,
“que no eran propietarios ni representantes legales” del inmueble, propiedad
de la firma Bertram S.A.

Todo el proceso se realizó sin que mediara licitación ni contratación, una
abierta “transgresión” de las normas legales, encontró la indagatoria. Después
de un avalúo, el MP determinó que hubo un sobreprecio de al menos 3.5 millones
de quetzales (unos US$454.000), aproximadamente el 10 por ciento del valor de
la propiedad.

La investigación se deriva de una denuncia y como antecedente se verifican posibles irregularidades en la adquisición del edificio, señala el fiscal. pic.twitter.com/XGgJmIhBFz

— MP de Guatemala (@MPguatemala) September 14, 2019

El Fiscal Pacheco explica las irregularidades encontradas por medio de la investigación. pic.twitter.com/oArHoKPmeT

— MP de Guatemala (@MPguatemala) September 14, 2019

Notablemente, entre los negociadores presuntamente autorizados por Aldana
estaba el constructor William Baiz Gallardo, representante de Invermo Corp. que estaba bajo investigación criminal por
parte de la Fiscalía Especial contra la Impunidad (FECI) y la CICIG, en el
caso mejor conocido como “Red de poder, corrupción y lavado”.

Una orden de captura fue emitida contra Aldana por esta acusación.

En declaraciones a la prensa, Aldana decidió no responder a las alegaciones
sino calificarlas como una venganza “por el trabajo que hicimos con CICIG para
liberar a Guatemala de la mafia!!”, en un mensaje divulgado por su cuenta twitter.

El tercer caso contra Aldana se produjo por los delitos
de “falsedad en la declaración jurada patrimonial” y “defraudación
tributaria”, y está relacionada con una casa de su propiedad por la cual
Aldana declaró haber pagado 500,000 quetzales (unos US$78.000).

Esta propiedad, adquirida por Aldana en 2014, tiene según fiscales investigadores un valor mucho mayor al declarado por la ex Fiscal General, razón por la cual le fue abierta una investigación por defraudación tributaria.

La propiedad la había adquirido Aldana al Perito Contador Juan Benjamín Lemus
Sagastume, en una operación que de acuerdo al documento de compra-venta, se
realizó el 7 de julio de 2014, apenas semanas después de que había sido
designada como Fiscal General de Guatemala.

La casa, ubicada en uno de los más lujosos repartos de la capital, en realidad
tenía un costo casi cinco veces mayor: 2.3 millones de quetzales (alrededor de
US$295.000), según el testimonio del propio vendedor Lemus Sagastume, que
testificó para la investigación de la Fiscalía sobre esa transacción.

Según una fuente familiarizada con la investigación, Lemus Sagastume dijo que
aunque el contrato declaraba la transacción de compra por 500,000 quetzales,
en realidad Aldana le había pagado 2.3 millones a través de su cuenta de
banco.

Según la fiscalía, al declarar un valor menor de la propiedad, Aldana
presuntamente pagó una cantidad menor en impuestos, por lo cual incurrió en el
delito de defraudación tributaria.

La fuente dijo que habían al menos dos otras propiedades bajo control de
Aldana que también se encuentran bajo investigación, incluyendo una vendida en
2021 a una persona residente en la ciudad de Lanham, Maryland, en Estados
Unidos.

Pero es el cuarto caso el que podría generar más
graves inconvenientes para Aldana.

El caso potencialmente más escandaloso que implica a la fiscal, según la
investigación de la Fiscalía General, es la presunta fortuna bajo su nombre
que Aldana mantiene en bancos de Guatemala, Islas Caimán, Estados Unidos y
Suiza.

De acuerdo a detalles de la indagación, a las que tuvo acceso Primer Informe, Aldana posee al menos 6 cuentas en igual cantidad de entidades bancarias de
Guatemala, con más de US$1.5 millones en fondos.

Las entidades bancarias incluyen los bancos de Antigua Zacapa, GYT Continental
S.A., CHN agencia Zacapa, Promerica, Bantrab Plaza Guadalupe e Interbanco.
Todas las cuentas, que abarcan desde cuentas de cheques, de ahorro, CD, IRA y
Roth IRA, mantienen sus balances en dólares.

La indagación de la fiscalía encontró que Aldana presuntamente mantiene cuatro
cuentas en Islas Cayman, en los bancos Scotia Bank, Cayman National Bank y
Butterfield Bank, y otra cuenta controlada por la firma Capital Conservator
Group LLC, una corporación registrada en las Islas Marshall, de acuerdo a este arbitraje y a este registro corporativo, cuyos beneficiarios finales son Aldana y su esposo Joaquín López Gutiérrez.

Las cuentas en Islas Cayman, según la investigación de la Fiscalía, controlan
más de US$2.5 millones en fondos.

La misma firma Capital Conservator Group LLC, mantiene una segunda cuenta en
el banco suizo UBS de Nueva York. Entre dinero en
efectivo, commodities y bonos, la cuenta mantiene activos
cercanos a los US$1.4 millones. En esa cuenta aparecen como firmantes
autorizados tanto Aldana como López Gutiérrez.

La cuenta más jugosa controlada por Aldana, sin embargo, es una administrada
por la firma suiza UBS Global Assets Management, que tiene balances combinados
de US$4.7 millones.

La indagación busca establecer además de dónde procedieron estos fondos, y si
Aldana utilizó esta última cuenta en el banco suizo para depositar los
US$250,000 que supuestamente recibió de una fundación de Qatar, según denuncia revelada en agosto de 2020.

En total, según las cuentas de la Fiscalía General, la fortuna de Aldana
presuntamente supera los US$10 millones.

Las cifras en estas cuentas no se corresponden con lo que gana una Fiscal
General en Guatemala. La actual fiscal Porras tiene un salario de unos 61,000
quetzales mensuales, unos US$7.850, un salario anual de aproximadamente
US$94.000, de acuerdo a este reporte. Si Aldana hubiese percibido un salario equivalente durante los 4 años, el
salario de la ex fiscal hubiese ascendido a no más de US$370.000 en total.

De acuerdo a la fuente, el gobierno de Guatemala ofició comunicaciones a estas
entidades bancarias para obtener más información e iniciar un procedimiento de
congelamiento de fondos, de ser necesario.

“La indagación está centrada en establecer el origen de estos fondos, que
nunca fueron declarados y que no tienen justificación para una persona que
ejerció un alto nivel en la administración de justicia en Guatemala”, indicó
la fuente familiarizada con esa indagación.

El caso del ex fiscal Juan Francisco Sandoval es un poco más complejo que el
de Thelma Aldana debido al impacto de su actividad no sólo dentro sino fuera
de Guatemala. Pero el ex fiscal no sólo aparece implicado en presuntas
irregularidades, sino en operaciones financieras a través de cuentas bancarias
mantenidas hasta ahora en secreto, según las indagaciones en curso del
Ministerio Público guatemalteco.

Designado por Thelma Aldana como jefe de la Fiscalía Especial Contra la
Impunidad (FECI), Sandoval ejerció entre 2015 y 2021 en casos de alto perfil
que le ganaron notoriedad internacional como el renombrado caso de “La Línea Consolidadores” (corrupción en aduanas), en el que resultó imputado el ex presidente Otto
Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti.

Sandoval se ganó una reputación de fiscal de hierro que no tenía miedo de
enfrentar a las poderosas mafias de corrupción en Guatemala. Su destitución en
julio de 2021 generó una ola de condenas internacional, principalmente
de altos oficiales del Departamento de Estado norteamericano.

En una carta enviada al Secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken el
28 de julio, explicando la decisión, Porras había argumentado que la
destitución se debió, fundamentalmente, al hecho de que el fiscal Sandoval “se
negó de manera abierta, reiterada y por escrito a acatar las instrucciones que
el patrono le indicó con claridad para obtener la mayor eficacia y rendimiento
en sus labores”.

Al día siguiente de ser despedido, Sandoval tomó la decisión de salir de Guatemala, alegando que temía por su vida. Su salida recibió una amplia cobertura internacional. Se estableció en El Salvador hasta que, menos de una semana después, el ex
fiscal de FECI arribó a Washington DC, donde reside desde entonces.

Pero la faceta menos conocida de Sandoval comenzó a tomar cuerpo después que
abandonó su oficina en la capital guatemalteca, explicó la fuente del
Ministerio Público.

Incluso antes de ser destituido, el famoso fiscal ya tenía una larga lista de
acusaciones en su contra en el Ministerio Público. Un reportaje publicado por el portal Plaza Pública en julio de 2020, un año antes de ser destituido, reveló que Sandoval
ya tenía en ese momento 47 acusaciones “penales” y “administrativas” en su
contra.

De acuerdo a un resumen ejecutivo de la Fiscalía sobre el ex fiscal Sandoval
revisado por Primer Informe, la investigación encontró
media docena de irregularidades dentro de la Fiscalía Especial contra la
Impunidad (FECI). Entre los más notables se encuentran:

Juan Francisco Sandoval, controversial ex jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, un organismo de la Fiscalía que trabajó estrechamente con la fiscal Aldana y la jueza Aifán, en numerosos casos polémicos.

Cuentas personales de Sandoval. Como en el caso de la ex
fiscal Aldana, la Fiscalía General amplió las indagaciones para establecer el
estado de las finanzas de Juan Francisco Sandoval. Según documentos revisados
por Primer Informe, Sandoval posee dos cuentas en el
sistema financiero estadounidense, y al menos ocho cuentas presuntamente no
declaradas en Guatemala:

Dos cuentas de Sandoval están manejadas por la firma Fidelity Investments, con
sede en Chicago: una cuenta de retiro (Roth Ira) con US$225.000, y otra cuenta
de inversión, con unos US$244.000.

El ex fiscal del FICE tiene dos Certificados de Depósitos (CD) en la sucursal
del banco Scotiabank en Humacao, Puerto Rico, por valor de US$200.000 el
primero y US$100.000 el segundo. También tiene una cuenta de
cheques online, con un balance de US$114.000.

En Guatemala, la investigación encontró que en el Banco Inmobiliario San
Miguel Petapa mantiene dos cuentas de cheques, con un balance combinado de
unos US$80.000.

En la subsidiaria de Banrural, en San Miguel Chicaj, Sandoval mantiene una
cuenta corriente y una de ahorros, con un balance combinado de unos US$76.000.

Finalmente, en la sucursal del banco GYT Continental S.A., en San Miguel
Petapa, la fiscalía encontró información sobre cuatro cuentas: una cuenta
corriente y una de ahorro, con balance combinado de casi US$110.000. También
mantiene dos Certificados de Depósito (CD) por un monto de US$50.000 cada uno.
En total, los fondos de Sandoval en bancos guatemaltecos asciende a unos
US$1.25 millones, una cifra que la Fiscalía asegura que no se corresponde con
los salarios devengados por el ex fiscal de FICE mientras ejerció el cargo
entre 2015 y 2021.

Casos Multicausa. Los fiscales establecieron la coexistencia
de investigaciones dispersas en un mismo número de expediente y una misma
causa judicial, un procedimiento al margen de la ley.

Caso Odebrecht y acuerdos ilegales de colaboración. La
indagación encontró que el ex fiscal Sandoval firmó convenios de colaboración
eficaz con funcionarios del gigante de construcción Odebrecht que cometieron
actos de corrupción en Guatemala, pero que se encontraban en Brasil.

Este documento describe algunas de las acciones encabezadas por el fiscal Juan Francisco Sandoval en Brasil, como parte de la investigación sobre la gigantesca corrupción de Odebrecht en Guatemala. El Ministerio Público estimó que Sandoval asumió una responsabilidad que no le competía.

“El caso Odebrecht reveló que el ex fiscal de sección de la Fiscalía Especial
contra la Impunidad abusó de su cargo y usurpó funciones de la Procuraduría
General de la Nación, y fijó una reparación digna al estado de Guatemala por
un monto de 17.9 millones de dólares, cifra muy por debajo de lo defraudado al
estado de Guatemala”, indicó el documento de la investigación.

Acuerdos de colaboración eficaz sin corroborar la información. De acuerdo al expediente, “se ha establecido que se firmaron acuerdos con
colaboradores eficaces, sin embargo, la información nunca fue corroborada. La
ilegalidad fue de tal magnitud que en un caso que se encuentra en Corte de
Constitucionalidad, el colaborador eficaz presenció todo el debate, escuchó lo
que narraron todos los testigos, peritos, y como prueba nueva se convierte en
colaborador eficaz y es valorado por un tribunal de sentencia, que le otorga
beneficios procesales y le exime de pagar más de cien millones de quetzales”.

Amenazas y presiones a testigos en caso Comisiones Paralelas 2020. “Se estableció que en una de las fases que abarca la causa penal
01073-2016-02 se amenazó y presionó a testigos y sindicados para que cambiaran
sus declaraciones testimoniales y se señalara e involucrara a otras personas
de acuerdo a sus intereses y conveniencias, a efecto de que otras personas que
no tenían participación resultaron procesadas”.

Solicitudes de Extradiciones tardías y alertas a Interpol sobre hechos
inconsistentes.
 “Se ha podido establecer que en algunos sindicados en los cuales se
conoce el lugar donde se encuentran residiendo, las solicitudes de
extradiciones se han realizado tardíamente y sobre hechos notoriamente falsos,
toda vez que en los requerimientos efectuados de alerta roja ante Interpol, se
han determinado que no corresponden a hechos plasmados en las investigaciones
y resoluciones judiciales”.

Erika Aifán es una controversial jueza que entre 2016 y 2022 ejerció máxima
autoridad del llamado Juzgado D de Mayor Riesgo, que ha procesado los casos de
más alto perfil en Guatemala.

Considerada una jueza implacable, Aifán presidió en varios de los casos de
corrupción más notables, entre ellas Odebrecht, “construcción y corrupción”,
comisiones paralelas (2013 y 2020), “Asalto al Ministerio de Salud”, “Asesoría
Legal: Lavado de Activos”, “Caja de Pandora”, y “Lavado y Política”, entre
otros.

Durante seis años, desarrolló una trayectoria que le valió una gran imagen
internacional. También le ganó detractores en Guatemala, que
presentaron más de 70 denuncias en su contra.

La jueza Erika Aifán recibió reconocimientos internacionales y apoyo en la administración Biden, al mismo tiempo que acumulaba decenas de denuncias en su contra sobre presuntas arbitrariedades cometidas por su oficina.

Su primer caso al llegar al Juzgado D fue el caso “Migraciones”, que implicó a
la familia de origen ruso Bitkov.

La historia de la familia Bitkov ha sido el de una saga descrita como un caso
de persecusión que llevó a los Bitkovs de una vida empresarial exitosa en
Rusia, a escapar de la implacable criminalización y despojo por parte de
Vladimir Putin, lo cual llevó a la agraviada familia a Turquía y de allí a
Guatemala, donde la persecusión no cesó sino que se incrementó.

Cuando Putin los despojó de sus propiedades en 2007, la familia Bitkov huyó a
Turquía. Allí contrataron una firma legal guatemalteca llamada Cutino
International, que les ayudó a aplicar para obtener papeles de ciudadanía en
Guatemala bajo nuevos nombres, para eludir la persecusión internacional que
Putin había montado contra el grupo familiar.

La familia Bitkov, de origen ruso, que llegaron a Guatemala como perseguidos políticos de Vladimir Putin, denunciaron los excesos de las decisiones de la jueza Aifán en su contra. Igor Bitkov, a la derecha, denunció a los fiscales Aldana, Sandoval y a Aifán ante congresistas de Estados Unidos, que suspendieron el financiamiento norteamericano de la aún existente CICIG.

Los Bitkov se establecieron en Guatemala con los nuevos documentos, bajo la
presunción de que eran completamente legales. Pero en 2015, la CICIG acusó a
Igor Bitkov y a su familia de fraude inmigratorio, una acusación impulsada por
representantes en Guatemala del banco ruso VTB, que se convirtió en acusador.

La acusación, según Bitkov era parte una operación ordenada por Putin para
continuar con la implacable persecusión de la familia rusa en suelo
guatemalteco. Pese a que según las leyes de Guatemala establecen que ese tipo
de violación amerita una sanción administrativa, los Bitkov fueron enviados a
prisión, y condenados a 19 años, una condena excesiva.

“Fue allí cuando comenzó el calvario”, dijo Bitkov.

El papel de la jueza Aifán en este caso, según Bitkov, fue extenso y ampliamente irregular. Bitkov dijo que Aifán actuó con “malicia” siguiendo instrucciones de la
CICIG, en aparente colusión con el gobierno ruso. Incluso, Aifán envió
información del caso a Moscú sobre el juicio, pese a que la familia ya había
aplicado al estatus de refugiados por persecución política.

Las decisiones condenatorias contra los Bitkov fueron revertidas en apelación
y posteriormente por la Corte Suprema de Justicia. El caso resultó tan
escandaloso que el congreso norteamericano suspendió un paquete de $6 millones de
financiamiento a la CICIG
 luego de audiencias bajo la comisión Helsinski que destaparon el manejo ilegal del caso por parte de la jueza Aifán,
la fiscal Thelma Aldana, el jefe de FECI Juan Francisco Sandoval y la CICIG
presidida por Iván Velásquez.

El otro escándalo notable que implica a Aifán es la absolución del llamado
“cabecilla del pacto de corruptos” Gustavo Alejos, acusado de ser el artífice
de una red que influía en la elección de magistrados, entre una larga lista de
delitos.

Según la absolución de Aifán, emitida a mediados de 2021, la Fiscalía Especial
Contra la Impunidad (FECI), que había presentado la acusación, “no aportó los
medios de prueba solicitado por la defensa de Alejos”.

La absolución de Alejos provocó reacciones condenatorias, debido al estatus
del acusado, que en abril de 2021 fue incluido en la lista de sancionados por el Departamento del Tesoro (OFAC) por favorecer o participar en actos de corrupción.

“Se le da la libertad al actor principal (Alejos) de los hechos señalados,
mientras gente acusada de colaborar con él permanece en prisión preventiva”,
declaró el abogado penalista Rolando Alvarado, en entrevista con el portal Perspectiva.

En la actualidad, la ex jueza Aifán ha sido acusada por la fiscalía por varios
casos de manejo de expedientes, en los que presuntamente cometió corrupción.
Dado su estatus de jueza, se han presentado hasta ahora tres solicitudes de antejuicio. Pero Aifán renunció a su cargo en el Juzgado D de Mayor Riesgo antes de que
se resolvieran las solicitudes de antejuicio, y abandonó Guatemala en marzo
pasado, aduciendo amenazas “de redes políticas y criminales” contra su vida.

Pero la Fiscalía General mantiene un expediente con varios casos en reserva,
incluyendo la investigación sobre sus cuentas bancarias en Guatemala.

Según la investigación, Erika Aifán mantiene cuatro cuentas fuera de Guatemala
y tres cuentas en bancos guatemaltecos que supuestamente no declaró, que en su
conjunto mantienen o han mantenido hasta meses recientes un total de fondos
superiores a los US$2 millones.

Tres de las cuentas externas se mantienen en entidades bancarias de las Islas
Caymán. La primera es una cuenta Roth Ira -una cuenta de retiro que no paga
impuestos- en el Cayman National Bank, en Savannah, Islas Cayman, con un
balance cercano a los US$368.000. La segunda entidad es el Butterfield Bank,
en la localidad de George Town, Islas Cayman. Allí Aifán tiene dos cuentas a
su nombre: una cuenta de cheques con unos US$295.000 y otra cuenta Roth Ira
con un monto de US$255.000. En esas cuentas aparece también como beneficiario
una persona de nombre Raúl José Dávila, según los registros de investigación.

La tercera entidad es la sucursal del Royal Bank of Canada en Grand Harbour,
Islas Cayman, donde mantiene dos cuentas distintas, ambas del tipo Roth Ira o
para retirados. La primera tiene fondos de US$200.000 y la segunda US$300.000.

Finalmente, Aifán mantiene dos Certificados de Depósito por un valor de
US$250.000 cada uno en Merrill Edge, una plataforma bancaria electrónica
subsidiaria de Bank of America. En todas las cuentas mencionadas también está
como beneficiario el mencionado Raúl José Dávila.

En Guatemala, la ex jueza mantiene cuatro cuentas. Las primeras dos están en
el banco Compartamos Guatemala, en San Miguel Petapa, y tiene cuentas
combinadas -de cheques y un certificado de depósito- por unos US$175.000.

La tercera y la cuarta están en el Banco Azteca, sucursal San Miguel Petapa:
dos cuentas de cheques, con valor combinado de unos US$60.000.

Según la fuente familiarizada con esta investigación, las cuentas nunca han
sido declaradas ni en declaraciones juradas ni ante el fisco de Guatemala.

Consultada por Primer Informe sobre tales
acusaciones, Aifán dijo que desconocía los basamentos de tales acusaciones, y
declaró que «el Ministerio Público está tratando de deducirme
responsabilidades penales y/o administrativas».

«Han existido mas de 100 denuncias en mi contra sin que a la presente fecha
haya podido probar alguna, no obstante la sustracción y perdida de mis pruebas
de defensa en algunos casos y la fabricación e implantación de pruebas en
otros casos como quedo demostrado en los respectivos expedientes, y esto
obedece a que mi trabajo como jueza siempre fue responsable, ético, apegado a
derecho y transparente».

«En cuanto a mis cuentas bancarias, todas han sido declaradas ante las
instancias correspondientes, el Estado de Guatemala tiene pleno conocimiento
de todas mis cuentas bancarias, así como  de los montos de dinero que en
ellas hay, de mas está decirle que el dinero de mis cuentas bancarias tiene
una procedencia licita que es fácilmente verificable dentro de un proceso.
Durante toda mi carrera judicial siempre actué con total transparencia y
honradez», aseguró.

En las actuaciones de Aldana, Sandoval y Aifán, actuaron también otros dos
funcionarios en posiciones claves: Andrei González y Rudy Manolo Herrera.

El ex fiscal González trabajó estrechamente con el jefe del FECI, Juan
Francisco Sandoval, y tuvo bajo su responsabilidad casos como el financiamiento electoral irregular del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), cuya candidata
presidencial era Sandra Torres; y el llamado caso Impunidad y
Defraudación, una red de tráfico de influencias y corrupción en la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) que tuvo como
objetivo desestimar querellas y limpiar el récord a la empresa Aceros de
Guatemala.

El ex fiscal Andrei González, que pasó de acusador de la actual fiscal Porras, a acusado por presuntos delitos de filtración de secretos judiciales.

En agosto de 2019, el ex fiscal González renunció inesperadamente aduciendo razones personales. Dos meses después salió
del país rumbo a Estados Unidos, desde donde denunció a la fiscal María Consuelo Porras por abuso de autoridad, denegación de justicia y obstrucción a la
justicia por supuestas interferencias en su trabajo como fiscal, en referencia
al caso del financiamiento ilegal de UNE.

En reacción, la fiscal Porras emitió un comunicado oficial para explicar las
motivaciones detrás de las denuncias de González. Indicó que antes de
renunciar, González había solicitado “ser ascendido a la plaza de Fiscal de
Sección Adjunto de FECI”, petición que no le fue concedida. Agregó además que
también le fue denegada una exigencia suya de mantener el esquema de su
seguridad -incluyendo vehículo, combustible y escoltas- aún después de haber
renunciado, por ilegal.

Porras dijo en el comunicado que el ministerio público solicitó que la
denuncia presentada por González fuese conocida por la propia FECI, donde el
ex fiscal trabajaba, pero la solicitud fue considerada improcedente por
potencial conflicto de interés.

Poco tiempo después de las denuncias del ex fiscal desde Estados Unidos,
Porras denunció públicamente a González de presuntamente cometer tres delitos: revelación de información confidencial, revelación de secretos y falsedad
material.

Un cuarto caso está relacionado con las cuentas personales de González que
presuntamente nunca declaró, de acuerdo a la investigación de la Fiscalía
General de Guatemala.

Andrei tiene dos cuentas de retiro -Roth Ira- en el Banco de St. Croix, en las
Islas Vírgenes de Estados Unidos, por montos de US$200.000 la primera y
US$100.000 la segunda.  Otras tres cuentas están alojadas en el
Commonwealth Bank, de Nassau, Bahamas: la primera es una cuenta de cheques con
US$277.000; la segunda es una cuenta de ahorros, con US$311.000 y la tercera
es un Certificado de Depósitos con fondos por US$200.000.

En Guatemala tiene otros «ahorros»: Dos cuentas en el Banco Ixil, una de ellas
de cheques en la que mantiene un balance de US$14.553, mientras que la otra
cuenta, de ahorros, tiene US$66.115.

González tiene otras dos cuentas en el Banco Azteca: una cuenta de cheques con
US$8.749, y otra de ahorros con unos US$30.000. En total, González controla
fondos presuntamente no declarados por unos US$130.000, de acuerdo a papeles
de la investigación revisados por Primer Informe. En
total, Andrei González tiene una fortuna estimada en unos US$1.3 millones.

El segundo colaborador del grupo Aldana, Sandoval y Aifán es Rudy Manolo
Herrera, un fiscal que ingresó en 2013 a la FECI y tuvo a su cargo notables
investigaciones criminales incluidos en el llamado caso de “Multicausa” que
llevaba Aifán.

Herrera también participó en el caso “Migración” sobre la familia Bitkov, en
los que actuó con falsos testimonios, ocultamiento de evidencias y
encubrimiento, entre otros, según las denuncias presentadas por Igor Bitkov.

El ex fiscal Rudy Herrera, acusado de haber presionado a un testigo para que se convirtiera en colaborador eficaz.

En febrero de 2022, Herrera resultó implicado junto a otros tres fiscales, en un caso de arbitrariedad ilegal cometida contra una persona sindicada en
el caso Comisiones Paralelas 2020.

El caso Comisiones Paralelas 2020, presentado por la FECI en julio del 2020,
destapó una red de tráfico de influencias en la escogencia de magistrados para
la Corte Suprema de Justicia y la salas de Apelaciones, en la que participaron
jueces, magistrados, abogados y particulares.

“Por medio de amenazas, violencia o procedimientos intimidatorios pretendieron
obligar al denunciante para que suscribiera un acuerdo de colaboración eficaz.
En esa ocasión le indicaron que de no suscribir el acuerdo se solicitaría que
fuera revocada la medida sustitutiva de la cual gozaba y en consecuencia sería
enviado a prisión preventiva”, explicó un comunicado del Ministerio Público.

Pero estas no son las únicas investigaciones sobre Herrera. Según anuncio que
hizo MP en el día 5 de Mayo de 2022 en su contra, el ex fiscal de FECI tiene
más de media docena de denuncias penales en proceso de investigación, y una
orden de captura por el caso descrito arriba.

Uno de los casos investigados actualmente contra Herrera tienen que ver, al
igual que Aldana, Sandoval, Aifán y González, con las cuentas privadas con
fondos presuntamente no declarados.

De acuerdo a la investigación del Ministerio Público, Herrera tiene cinco
cuentas en dos bancos de Canadá, y nueve cuentas en cuatro bancos de
Guatemala.

El ex fiscal tiene tres cuentas de retiro Roth Ira con balances de US$421.000,
US$255.000 y US$188.000 en cada una, en el banco HSBC de Toronto. Otras dos
cuentas, una de cheques con US$189.000 y otra cuenta de retiro Roth Ira con
US$414.000, están en el RBC Royal Bank de Toronto, Canadá.

En el banco Agromercantil de Guatemala, Herrera tiene una cuenta de cheques
con US$38.700, y un Certificado de Depósito (CD) de unos US$108.000. En otra
entidad, el Banco INV S.A., una cuenta de cheques con casi US$28.000 y otra de
ahorros con unos US$175.000.

En una tercera entidad, Banco Azteca, Herrera tiene una cuenta de cheques con
casi US$70.000, y un CD por US$150.000.

En una cuarta entidad, Banrural, existen tres cuentas controladas por el ex
fiscal de FICE: una cuenta de cheques con unos US$28.000; una cuenta de
ahorros con casi US$90.000, y finalmente un CD con otros US$150.000.

En total, los fondos controlados por Herrera y presuntamente no declarados
superan los US$2.3 millones.

Primer Informe recibió un comunicado enviado por un protavoz del Departamento
de Estado, para responder preguntas enviadas al embajador Todd Robinson para
este reportaje, incluyendo denuncias de supuestas intervenciones del embajador
Todd Robinson en asuntos internos de la justicia en Guatemala. Este es texto
íntegro del comunicado:

«Estados Unidos está comprometido a combatir la corrupción y la impunidad, que
socava la fe del pueblo guatemalteco en sus instituciones democráticas.

La corrupción en Guatemala tiene un impacto significativo en Estados Unidos ya
que contribuye a la migración irregular y expande la influencia del crimen
organizado en un país importante de la región.

Por esta razón, Estados Unidos está con todos los guatemaltecos en apoyo de la
democracia y el estado de derecho y en contra de quienes socavan estos
principios.

Las acciones tomadas por el gobierno de los Estados Unidos en apoyo del estado
de derecho son consistentes con la práctica diplomática y con nuestro apoyo al
pueblo guatemalteco.

El gobierno de los Estados Unidos seguirá expresando su preocupación por la
corrupción y la impunidad en Guatemala.

Hemos expresado nuestra profunda preocupación por el enjuiciamiento,
encarcelamiento y hostigamiento de jueces independientes y fiscales
anticorrupción que han luchado contra la impunidad, así como de periodistas
que informan sobre corrupción de alto nivel.

Estados Unidos designó a la Fiscal General de Guatemala, María Consuelo Porras
Argueta de Porres (“Porras”) debido a su presunta participación en importantes
(SIC). Durante su mandato, Porras habría obstruido y socavado las
investigaciones anticorrupción en Guatemala para proteger a sus aliados
políticos y obtener favores políticos indebidos. El patrón de obstrucción
reportado de Porras incluye ordenar a los fiscales del Ministerio Público de
Guatemala que ignoren los casos por consideraciones políticas y despedir a los
fiscales que investigan casos relacionados con actos de corrupción.

Nos unimos a una amplia gama de otros actores internacionales para expresar su
preocupación por el retroceso democrático en Guatemala. El Parlamento Europeo
expresó el 7 de abril su preocupación por el deterioro del estado de derecho
en Guatemala e instó a las autoridades guatemaltecas a defender el estado de
derecho y realizar investigaciones exhaustivas e imparciales sobre las
amenazas y hostigamientos contra funcionarios judiciales y actores de la
sociedad civil. El Secretario General de la ONU y la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos emitieron declaraciones de preocupación similares en
febrero».

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