Según una denuncia penal radicada por el empresario Cristian Guillou, la
escribana Joaquina Córdoba Gandini sería una pieza central en el dispositivo
de estafa en Argentina por parte de Edgar Adhemar Bacchiani, a favor de quien
habría manipulado los libros notariales para permitirle, entre otras cosas,
insolventarse en forma fraudulenta.
El rol de la notaria, que fue denunciada en junio como “pocera” de Adhemar
Capital por una acreedora, se empezó a indagar a partir de una presentación
que la expareja y socia de Bacchiani, la esteticista venezolana Zaraive
Celeste Garcés Rusa, interpuso en la causa federal para oponerse a un pedido
de prisión domiciliaria del “trader”. La mujer incorporó a esta nota el
proceso de divorcio que inició a su exesposo y padre de su hijo, en el que
asegura que éste transfirió propiedades a “testaferros” y que la escribana
Gandini se negó a proporcionarle la lista de las transacciones pese a que se
las solicitó por carta-documento.
En este marco, el fiscal Federal Santos Reynoso requirió el 7 de julio el
secuestro de los libros de actas de registro de firmas de la escribanía
Gandini, debido a las “serias sospechas que Bacchiani habría realizado
maniobras tendientes al desapoderamiento de su patrimonio y la ocultación del
mismo mediante terceras personas”.
Los libros contendrían actas incompletas intercaladas entre las normales,
firmadas sólo por los representantes de Adhemar Capital y con los adquirentes
o contratistas en blanco, por transacciones hipotéticas fechadas desde fines
del año pasado, reseñó
El Ancasti.
Los escribanos deben registrar las operaciones de las que dan fe con fechas
perfectamente correlativas y es justamente por eso que existen los libros de
actas. Al dejar folios con datos faltantes, la banda Bacchiani podría haber
asentado operaciones con fechas anteriores a la que sus bienes quedaron
inhibidos por la Justicia, sostuvo Guillou. Esto es: desprenderse de bienes
que pudieran ser reclamados por sus acreedores a favor de “testaferros”, o
bien satisfacer reclamos transfiriendo los bienes malhabidos. Hay hasta
transferencias de automóviles.
En nombre de Adhemar Capital firmaban Bacchiani, Garces Rusa, José Blas y
Alexis Sarroca, todos imputados en la causa. Las contrapartes están en blanco.
En varias de las operaciones registradas, el nombre del adquirente aparece con
caligrafía distinta, lo que induce a sospechar que se introdujo con
posterioridad.
Las actas salieron a la luz a raíz de otra causa, civil, conectada con la
saga: la de Wika, cuya propiedad Bacchiani le disputa al empresario Cristian
Guillou.
A fines del mes pasado, el empresario y presidente de la Federación Económica
de Catamarca, Alejandro Segli, se presentó reclamando los derechos sobre Wika
en base a un boleto de compraventa celebrado con Bacchiani el 17 de febrero
pasado, que se asentó en los libros de la escribana Córdoba Gandini .
La irrupción de Segli en el expediente fue sorpresiva. Para el 17 de febrero
en que se habría realizado la operación inmobiliaria, Guillou ya había
retomado la posesión de Wika porque Bacchiani no le pagaba, Bacchiani lo había
denunciado por usurpación y la justicia había dictado la medida de no innovar.
La polémica era pública y notoria.
Según Segli, Bacchiani le entregó Wika como parte de pago de 300 mil dólares
de unas aberturas que le había comprado.
El empresario esgrimió además un acta del 18 de febrero en la que Córdoba
Gandini acredita que el sereno de Wika, identificado solo con el apodo de
“Chafa”, les permitió el ingreso al predio de local nocturno. El documento
está firmado por Segli, Córdoba Gandini y dice expresamente que “por el señor
Bacchiani no hay terceros ni oposiciones”.
No hay firma de “Chafa”, quien resultó ser Ramón José Oliva y desmintió en una
exposición policial lo garantizado por Córdoba Gandini . Aseguró por el
contrario que, al advertir que una mujer y dos hombres habían ingresado al
predio de Wika, los echó.
La denuncia penal de Guillou es además contra Bacchiani y Garces Rusa.
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